miércoles, 21 de febrero de 2029

Causas de la disfunción eréctil o impotencia ansiógena o no orgánica.


La ansiedad de ejecución o el miedo a un desempeño del acto sexual inadecuado por poca duración o dureza en la erección son los generadores de la ansiedad que provocan la disfunción eréctil no orgánica. Los factores generadores serían:
-        El temor al fracaso.
-        La obligación de resultados, sobre todo si la pareja o uno mismo son muy exigentes.
-        El Altruismo excesivo (hay que cuidar de que la pareja quede satisfecha pero también uno mismo).
-        La autoobservación, la erección es involuntaria, la auto observación la inhibe).

Las causas de una disfunción eréctil psicológica se dividen en tres grupos:
1.      Factores inmediatos (ansiedad de ejecución).
2.      Acontecimientos vitales traumáticos.
3.      Vulnerabilidad desarrollada en la infancia o adolescencia.

·         Como factores predisponentes tenemos:
-        Educación moral y religiosa restrictiva.
-        Relaciones entre los padres deterioradas.
-        Inadecuada información sexual.
-        Experiencias sexuales traumáticas durante la infancia.
-        Inseguridad en el roll psicosexual en los primeros años.
-        Trastornos de la personalidad.
-        Modelos paternos inadecuados.

·         Factores precipitantes:
-        Algún fallo esporádico (o "gatillazo").
-        Depresión y ansiedad.
-        Estrés.
-        Momentos especialmente negativos (de cansancio, ansiedad o depresión).
-        Expectativas exageradas sobre los logros y satisfacciones en el sexo.
-        Problemas generales en la relación de pareja.
-        Infidelidad.
-        Disfunción en la pareja con la que se interacciona.
-        Edad (y creer erróneamente que un cambio en las respuestas como consecuencia de esta suponga una incapacidad).

·         Factores mantenedores:
-        Ansiedad ante la posibilidad de no tener suficiente dureza y durabilidad en la erección.
-        Anticipación de fallo o fracaso.
-        Sentimientos de culpa.
-        Falta de atracción entre los miembros de la pareja.
-        Escasa confianza y o comunicación entre los miembros de la pareja.
-        Miedo a la intimidad.
-        Baja autoestima en cuanto a la autoimagen.
-        Información sexual inadecuada.
-        Escasez de estímulos eróticos.
-        Miedos o fobias específicas.
-        Escaso tiempo dedicado al galanteo o besos y caricias antes de pasar al coito.
-        Trastornos mentales.

Hasta la aparición de los inhibidores de la fosfodiesterasa 5 (IPDE5), la eficacia de la terapia sexual ha sido superior al resto de las intervenciones (fármacos u otros abordajes) en el tratamiento de la disfunción eréctil, según los estudios de diversos autores.
Incluso es así cuando se compara con la administración de algunos fármacos.

En el caso concreto de la disfunción eréctil secundaria, el número de fracasos terapéuticos es de sólo un 26,2% y, tal como afirma McConhagy, la terapia sexual es sumamente eficaz, y los fracasos terapéuticos se deben fundamentalmente a la falta de motivación y abandono de la terapia. En la práctica diaria se observa frecuentemente que los pacientes abandonan porque no observan erecciones al comienzo de la terapia.

La intervención sexológica está conformada por un conjunto de estrategias de carácter psicoterapéutico que se emplean con los siguientes fines:
-        Tratamiento de la disfunción eréctil de carácter psicógeno.
-        Optimización del tratamiento con fármacos en la disfunción eréctil de origen orgánico.
-        Rehabilitación de la respuesta sexual en los casos donde el tratamiento farmacológico no surte efecto.
-        Adaptación y optimización de la respuesta en enfermedades crónicas que imposibilitan la erección.

Las técnicas más usualmente empleadas para el tratamiento de la disfunción eréctil son:
-        Modelo de Masters y Jhonson.
-        Modelo de Kaplan.

Lo cierto es que estos problemas, que bloquean la vida de las personas e inciden en una mala relación de pareja o en su ruptura, durante años, pueden solucionarse en meses con una terapia sexual adecuada


Mi experiencia profesional con la curación de la disfunción eréctil no orgánica o ansiógena , es totalmente positiva. Son muchas las personas que han pasado por mi consulta y, tras unos meses de terapia por el precio asequible que tiene una terapia psicológica, han cambiado su vida y sus relaciones de pareja y/o sexuales para siempre.
Muchos de ellos, además, se ofrecen para poder ayudar contando personalmente su experiencia a los nuevos que deciden venir a consulta, ya que no olvidan los años de sufrimiento que su disfunción les ocasionó. Tengo además, la gran satisfacción de saber que muchos han podido tener hijos gracias a la intervención terapéutica.
Así que os animo a decidiros a buscar ayuda profesional y solucionar vuestra disfunción eréctil para siempre.



#Sexóloga #Psicóloga #Terapia de Pareja#Sevilla







En Sevilla presencial, teléfono y on-line ;pide cita en el 645589150 o  954541768.
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martes, 24 de enero de 2017

Qué es la impotencia o disfunción eréctil

Qué es la impotencia o disfunción eréctil.

La impotencia sexual masculina o disfunción eréctil es la incapacidad persistente para conseguir o mantener una erección que permita una relación sexual satisfactoria.
Debe diferenciarse de otros problemas sexuales, como son la falta de deseo, las alteraciones de la eyaculación (eyaculación prematura, eyaculación retrasada y ausencia de eyaculación) o los trastornos del orgasmo.
La impotencia o disfunción eréctil es una enfermedad frecuente que si no se trata puede llegar a afectar a las relaciones con la pareja, la familia, el entorno laboral y social. Todos los hombres pueden llegar a tener problemas para tener una erección en su vida, especialmente si están cansados, tienen estrés, una enfermedad grave o están bajo los efectos del alcohol y las drogas.

Causas

La impotencia o disfunción eréctil puede originarse por:

Causas psicológicas

En estos casos, el pene no presenta ninguna alteración física, sin embargo, enfermedades como la ansiedad (provocada con frecuencia por el miedo a no conseguir una erección o a defraudar a la mujer), la depresión, los problemas con la pareja e incluso el estrés pueden afectar al acto sexual.

También la preocupación excesiva por los problemas laborales, sociales o familiares implican que no se dedique la atención necesaria al acto sexual. La fatiga, la inapetencia, la falta de ejercicio, el insomnio o un fracaso laboral también desequilibran los reflejos sexuales.

Causas vasculares

Este tipo es muy habitual. El pene no puede acumular la sangre necesaria para que se dé una erección, generalmente porque no llega en suficiente cantidad. Fumar, la hipertensión arterial, la diabetes, algunas enfermedades cardiacas y aumento en los niveles de colesterol en sangre pueden provocar trastornos vasculares que dificulten la erección.

Causas neurológicas

En estos casos se produce una interrupción en la transferencia de mensajes del cerebro al pene porque existe una lesión en los nervios implicados. Esto ocurre con las lesiones de la médula espinal, la esclerosis múltiple o tras algunas intervenciones quirúrgicas en la pelvis.

Causas hormonales

Son poco frecuentes. Generalmente se deben a una falta de hormonas sexuales masculinas.

Causas farmacológicas

Existen varios medicamentos que tienen como efecto secundario disminuir la capacidad de tener una erección. Entre ellos hay algunos fármacos para tratar la hipertensión, las enfermedades cardiacas y los trastornos psiquiátricos.

Síntomas

El principal síntoma de la disfunción eréctil es un cambio en la calidad de la erección, tanto en términos de rigidez, como en la capacidad de mantener una erección.
Si la impotencia se origina por causas físicas, uno de los principales indicadores en la incapacidad para tener o mantener una erección al despertarse por la mañana.
En cambio, si se origina por causas psicológicas, la impotencia suele producirse durante un periodo de tiempo concreto (mientras dure la situación de estrés, por ejemplo). Si persiste durante más de tres meses el paciente deberá buscar un urólogo especializado en impotencia.

Prevención

La principal medida que los hombres deben tener en cuenta para evitar la aparición de la disfunción eréctil es la modificación del estilo de vida para evitar cualquier hábito que repercuta negativamente en las arterias y las venas, como fumar, el consumo de alcohol y grasas saturadas, la vida sedentaria y el estrés.

Tipos

En la actualidad, algunos expertos establecen la siguiente clasificación para distinguir los distintos tipos de impotencia:
  • Impotencia coeundi: Es la imposibilidad para mantener un coito.
     
  • Impotencia erigerandi: Incapacidad para lograr la erección del pene.
     
  • Impotencia generandi: Incapacidad de procrear aunque se produzca la penetración.
     
  • Impotencia psíquica: Cuando la erección depende de problemas mentales y no físicos.

Diagnóstico

Para la elaboración de un diagnóstico correcto es necesario que el paciente se someta a revisiones médicas que permitan elaborar un buen historial clínico.
Una entrevista con el afectado puede revelar factores psicológicos involucrados en el trastorno de la erección. Resulta fundamental descartar la depresión, que no siempre es aparente. La escala para la depresión de Beck y la escala de depresión geriátrica de Yesavage en los ancianos son sencillas y fáciles de realizar.
También se deben analizar las relaciones personales, si existen conflictos o dificultades de comunicación con la pareja, por lo cual una entrevista con la pareja sexual del afectado puede revelar datos de suma importancia.
En la valoración médica general se debe incluir una historia sobre ingesta de fármacos, alcohol, tabaquismo, diabetes, hipertensión y ateroesclerosis, una exploración de los genitales externos para descartar presencia de bandas fibrosas y una valoración de los signos de enfermedades vasculares, hormonales o neurológicas.
Los especialistas recomiendan medir los niveles de testosterona, especialmente si la impotencia está asociada a la falta de deseo.
Entre las pruebas de laboratorio se debe incluir la valoración de la función tiroidea. También puede resultar útil determinar la hormona luteínica, ya que resulta difícil diagnosticar un hipogonadismo en función de los valores de testosterona exclusivamente.
En el caso de pacientes jóvenes con problemas específicos puede ser necesario realizar pruebas más complejas además del examen físico, como una medición-monitorización del pene durante la noche, la inyección de medicamentos en el pene, o una eco-Doppler.
Determinar los índices vasculares es especialmente beneficioso para realizar un diagnóstico correcto, como el índice de presión peneana-presión braquial que indica riesgo de otras alteraciones vasculares más graves, incluso en pacientes asintomáticos.
Cuando la causa no está clara puede resultar eficaz realizar una prueba de tumescencia nocturna del pene (TNP), aunque no suele funcionar en pacientes ancianos. Los episodios de TNP se suelen asociar con las fases de sueño REM. Se pueden controlar las erecciones del paciente en un laboratorio del sueño especial; la ausencia de las mismas es altamente sugestiva de causa orgánica, aunque su presencia no indica de forma necesaria que durante el día se tengan erecciones válidas.
La disfunción eréctil afecta a casi el 20 por ciento de los hombres mayores de 20 años.

Tratamientos

Muchos médicos sugieren que la elección de los tratamientos contra la impotencia o disfunción eréctil que han de seguirse debería ir de menos a más invasivo. Primero, el abandono de drogas; segundo, psicoterapia y modificación de comportamientos; luego, aparatos de vacío o fármacos; y, por último, cirugía.
La ayuda psicológica es recomendable en hombres de menos de 40 años, ya que en estos casos la causa de la enfermedad suele ser mental. Incluso en casos de impotencia por problemas físicos, muchos hombres necesitan ayuda psicológica para poder superar problemas de autoestima derivados de esta enfermedad.
Según las pautas de la Sociedad Americana de Urología, los inhibidores de la fosfodiesterasa oral tipo 5, son la terapia en una primera línea y los siguientes agentes a tener en cuenta para un correcto tratamiento farmacológico:
  • El tadalafilo: Comercializado como Cialis, actúa aumentando el flujo sanguíneo en el pene en presencia de estimulación sexual. Hay que ingerir este fármaco 30 minutos antes de mantener una relación sexual y su eficacia puede llegar a las 24 horas después de la administración. La ingesta alimenticia no afecta a la absorción del fármaco. Los efectos secundarios son en general leves o moderados: dolor de cabezarinitis, enrojecimiento facial o dolores musculares.
     
  • El vardenafilo: Comercializado como Levitra, actúa aumentando el flujo sanguíneo en el pene siempre en presencia de estimulación sexual. Su administración debe realizarse entre 25 y 60 minutos antes de comenzar la relación sexual y su efecto dura hasta 12 horas. Los efectos secundarios de esta medicación son leves y van desde el dolor de cabeza y náuseas hasta mareos o rinitis. Hay que tener en cuenta que la concentración del fármaco en sangre se retrasa si se ingiere una comida con alto contenido en grasa.
     
  • El sildenafilo: Conocido como Viagra, actúa potenciando el riego sanguíneo del pene, facilitando así la erección. Se ha comprobado su efecto positivo en un 40-80 por ciento de los hombres. Debe tomarse una hora antes de empezar la actividad sexual y no tiene ningún efecto indeseado sobre el deseo sexual. Sin embargo, puede provocar efectos secundarios, como dolor de cabeza, sofocos, trastornos gastrointestinales o visuales. No pueden tomarla hombres que sufran de retinitis pigmentosa o que estén tomando nitratos. En cualquier caso, antes de empezar a tomar esta píldora siempre hay que acudir al médico.
     
  • El avanafilo: Cuyo nombre comercial es Stendra, actúa mejorando la vasodilatación, responsable de que la sangre llegue de forma adecuada al pene para producir así la erección. Se trata de un fármaco que permite mantener una erección en tan sólo 15 minutos tras su ingesta. Éste es uno de los puntos a favor del avanafilo frente a la viagra que, pese a la efectividad de sus efectos, adolece de un tiempo de actuación excesivo que va entre los 30 y los 60 minutos según el paciente. Fuente dmedicine,

miércoles, 4 de mayo de 2016

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viernes, 26 de febrero de 2016

Falta de deseo sexual en los hombres


La cifra de hombres jóvenes con falta de deseo sexual es cada vez más alta
Hombres sin deseo
El deseo sexual es una parte muy importante dentro de una relación de pareja. Sin embargo, la pérdida de éste es cada vez más común sobre todo en los jóvenes y por eso una indagación profunda en temas como el amor de pareja y su relación con el deseo es de suma importancia.
Carla González C.
La inapetencia sexual puede ser vista desde perspectivas tales como la médica que habla de la incidencia de algunas enfermedades o del consumo de ciertos fármacos, o aquella que se refiere al área emocional, a la “falta de amor”, a la poca comunicación y a otros problemas relacionados a cómo se enfrentan hombres y mujeres en sus relaciones de pareja.
A todo lo anterior, se suma una nueva problemática: el deseo sexual hipoactivo (DSH), disfunción que se presenta durante la fase I, es decir, la que se inicia “previamente al contacto sexual propiamente tal, ante algún estímulo adecuado” y que pondría “en marcha la respuesta sexual”.
Así define a este trastorno la Doctora Alejandra Godoy Haeberle, psicóloga clínica, terapeuta de parejas y sexóloga quien habla de este tema en su libro, “Te amo, pero no te deseo. Una epidemia del siglo XXI”.
La psicóloga Alejandra Godoy menciona que “la libido varía no solamente de una persona a otra, sino que en una misma persona cambia a lo largo del tiempo en función de la edad, del estado psicológico y físico, de la etapa de la vida en que se encuentra, del nivel de atracción por la pareja”, entre otros.
De esta manera, menciona que el DSH - también conocido como deseo sexual inhibido, hipolibidinosis, anafrodisia; inapetencia o anorexia sexual – posee ciertos criterios de diagnóstico que básicamente hablan acerca de la ausencia del deseo de manera recurrente, de la inhibición que provoca malestar y que dificulta las relaciones interpersonales y de lo poco que tendría que ver en su desarrollo la presencia de otro trastorno, enfermedad o el consumo de sustancias, drogas o fármacos.
En ese sentido, sostiene que esta disfunción “puede ser descrita como una inhibición persistente de la libido que bloquea la apetencia sexual y que se manifiesta en un desinterés por iniciar o por responder a la estimulación erótica, a pesar de que la persona pueda funcionar sexualmente – en términos biológicos – sin problemas”.
En relación a cómo se puede establecer “lo normal” con respecto al número de encuentros íntimos de una pareja, explica que existen estudios que dicen que al menos en la sociedad occidental, se dan en una frecuencia “de 2 a 3 veces por semana con un promedio anual de 103 coitos”. Sin embargo, aclara que como se trata de algo sumamente relativo, “los investigadores prefieren trabajar con los conceptos de frecuencias altas, medias y bajas”.
Entonces, sostiene, “para definir los casos de DSH generalmente se señala un estándar de menos de 20 relaciones sexuales al año y se consideran parejas blancas o matrimonios sin sexo propiamente tales si se producen menos de 10 veces al año”.
La epidemia sexual del siglo XXI
Sin duda, uno de los temas más atrayentes de esta disfunción es el aumento que ha tenido en el tiempo. Tanto es así, que son muchos quienes califican al deseo sexual hipoactivo como “la inminente epidemia sexual del siglo XXI”.
Así lo comenta la Doctora Godoy, quien además expresa que en el caso de esta alteración en el hombre, existen tres subtipos, siendo uno de ellos – el llamado secundario o adquirido/parcial o situacional/selectivo – el que ha ido en claro y llamativo aumento principalmente en varones jóvenes que bordean los 30 años.

Para la sexóloga, los casos más recurrentes son aquellos del subtipo “selectivo”, donde predominan los hombres entre los 25 y los 50 años que según cuenta “afirman que su mujer le es muy atractiva, que la aman profundamente y que tienen muy buena comunicación con ella, pero que el único problema es que simplemente no la desean sexualmente”.
Para la psicóloga (quien apoya sus dichos en la teoría de Michele Davis, autora de uno de los pocos textos referentes a este tema), “las causales de la disminución del deseo sexual en hombres van desde las biológicas (bajos niveles de testosterona, disfunciones en la erección o eyaculación precoz) hasta las personales y las asociadas a la relación de pareja (depresión, cesantía, deficiente imagen corporal, entre otros)”.
Por otro lado, manifiesta que hay también otros autores que dicen que esta pérdida de la libido se debe a experiencias insatisfactorias, fracasos laborales, económicos o amorosos; la ingesta de fármacos, enfermedades, insomnio u otros trastornos del sueño, baja autoestima, alto nivel de ansiedad, miedo a enamorarse, la rutina y falta de comunicación, etcétera.
A pesar de esta innumerable lista, la Doctora Godoy afirma que “dichos factores no responden por qué hoy ha aumentado tanto la incidencia del DSH secundario en general en personas jóvenes”. Por lo tanto, la incógnita haría aún más interesante el debate y el conocimiento de diversas hipótesis que intentan explicar la expansión de este problema.
Algunas de las especulaciones que plantean los especialistas tienen relación a nuevos factores tales como “el estrés, la incitación permanente a invertir en todo menos en el amor y la amistad, hasta determinados cambios socio-culturales”, que no han sabido ser resueltos por el hombre, generando en éste ansiedad y mucha inquietud.
“Las parejas tensas y estresadas por conflictos no son buenos amantes y están sordos a los estímulos sexuales”, sostiene la especialista mientras deja planteada la interrogante acerca de “qué es lo que ha cambiado tanto en los últimos años como para que aparezca justo ahora este fenómeno en los hombres jóvenes”.
Cuando la mujer es la que manda
Para la terapeuta, una de las razones por las cuales se puede presentar el deseo sexual hipoactivo en el hombre joven es el miedo a enfrentarse a la relación sexual. Esto produce en ellos un bloqueo, cosa que perjudica claramente el deseo y finalmente el “funcionamiento sexual”.
Pese a lo anterior, sostiene que uno de los motivos que más se repite es aquel que tiene que ver con la concepción que el hombre tiene de la mujer como un ser “criticón y mandón”.
En ese sentido, la psicóloga se refiere nuevamente a los dichos de Michele Davis, quien manifiesta que a pesar de que claramente “los reproches y los retos no son precisamente afrodisíacos”, existe otro cuestionamiento que tiene que ver con precisar si verdaderamente “los hombres se apagaron sexualmente porque sus esposas se enojan o ellas están resentidas porque sus maridos están distanciados física y emocionalmente”.
“Ahora son hombres los que no tienen deseo sexual y son las mujeres las que los persiguen para tener sexo, mientras ellos se corren con distintas excusas”, afirma la Doctora Godoy.
En este mismo contexto, menciona que otro de los motivos que se manejan como hipótesis es “el verdadero terremoto que se ha producido en los roles de género”, donde mientras la mujer ha ido adquiriendo cada vez más poder, el hombre - a pesar de la conexión con su lado femenino - no han sabido reinventarse. “La evolución de la mujer nunca ha estado de la mano de la evolución del hombre, simplemente parecieran ser procesos paralelos sin conexión”, comenta.
Por lo tanto, prosigue, “el hombre actual está muchas veces dominado por la inseguridad relacionada con la mayor liberalidad sexual de las mujeres”. Así, dice que al ya antiguo temor a fallar, se suma el miedo “a esta mujer independiente, experimentada y con altas expectativas sexuales”, características que relevarían al varón a un segundo plano, siendo ahora ellos quienes se retraen o simplemente no tomen la iniciativa.
Además de lo anterior, menciona que otra posible causal sería la “disociación amor-sexo, en el miedo a la intimidad emocional y a la entrega total”, todo esto pues según sus palabras, el hombre “teme entregarse a una misma mujer en los tres aspectos más importantes de una relación: amor, pasión sexual y compromiso”.
Es así como explica que en el varón – especialmente los jóvenes – se van generando ciertas inseguridades, las que luego darán paso al miedo al rechazo y al fracaso, “lo que puede llevar a que ahora sea el hombre quien diga no tengo ganas porque estoy cansado, en vez de decir que tiene miedo o rabia”. En ese sentido, “el DSH puede ser una especie de resistencia pasivo-agresiva, o sea, una forma indirecta de expresar la rabia o una manera de ejercer el poder del débil”, agrega.
En cuanto al tratamiento de esta disfunción, la sexóloga deja claro que la posibilidad de recuperación es totalmente posible, aunque advierte que el trabajo es arduo, complejo y de largo aliento, sobre todo en los pacientes “treintañeros”, quienes al no presentar casi nunca algún problema de tipo biológico, se hace más complicado tratarlos.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Causas de la disfunción eréctil o impotencia ansiógena o no orgánica

Causas de la disfunción eréctil o impotencia ansiógena o no orgánica (actualización)



La ansiedad de ejecución o el miedo a un desempeño del acto sexual inadecuado por poca duración o dureza en la erección son los generadores de la ansiedad que provocan la disfunción eréctil no orgánica. Los factores generadores serían:

-        El temor al fracaso.

-        La obligación de resultados, sobre todo si la pareja o uno mismo son muy exigentes.

-        El Altruismo excesivo (hay que cuidar de que la pareja quede satisfecha pero también uno mismo).

-        La autoobservación, la erección es involuntaria, la auto observación la inhibe)


Las causas de una disfunción eréctil psicológica se dividen en tres grupos:

1.      Factores inmediatos (ansiedad de ejecución).

2.      Acontecimientos vitales traumáticos.

3.      Vulnerabilidad desarrollada en la infancia o adolescencia.

·         Como factores predisponentes tenemos:

-        Educación moral y religiosa restrictiva.
-        Relaciones entre los padres deterioradas.
-        Inadecuada información sexual.
-        Experiencias sexuales traumáticas durante la infancia.
-        Inseguridad en el roll psicosexual en los primeros años.
-        Trastornos de la personalidad.
-        Modelos paternos inadecuados.

·         Factores precipitantes:

-        Algún fallo esporádico (o "gatillazo").
-        Depresión y ansiedad.
-        Estrés.
-        Momentos especialmente negativos (de cansancio, ansiedad o depresión).
-        Expectativas exageradas sobre los logros y satisfacciones en el sexo.
-        Problemas generales en la relación de pareja.
-        Infidelidad.
-        Disfunción en la pareja con la que se interacciona.
-        Edad (y creer erróneamente que un cambio en las respuestas como consecuencia de esta suponga una incapacidad).

·         Factores mantenedores:

-        Ansiedad ante la posibilidad de no tener suficiente dureza y durabilidad en la erección.
-        Anticipación de fallo o fracaso.
-        Sentimientos de culpa.
-        Falta de atracción entre los miembros de la pareja.
-        Escasa confianza y o comunicación entre los miembros de la pareja.
-        Miedo a la intimidad.
-        Baja autoestima en cuanto a la autoimagen.
-        Información sexual inadecuada.
-        Escasez de estímulos eróticos.
-        Miedos o fobias específicas.
-        Escaso tiempo dedicado al galanteo o besos y caricias antes de pasar al coito.
-        Trastornos mentales.

Hasta la aparición de los inhibidores de la fosfodiesterasa 5 (IPDE5), la eficacia de la terapia sexual ha sido superior al resto de las intervenciones (fármacos u otros abordajes) en el tratamiento de la disfunción eréctil, según los estudios de diversos autores.
Incluso es así cuando se compara con la administración de algunos fármacos.

En el caso concreto de la disfunción eréctil secundaria, el número de fracasos terapéuticos es de sólo un 26,2% y, tal como afirma McConhagy, la terapia sexual es sumamente eficaz, y los fracasos terapéuticos se deben fundamentalmente a la falta de motivación y abandono de la terapia. En la práctica diaria se observa frecuentemente que los pacientes abandonan porque no observan erecciones al comienzo de la terapia.

La intervención sexológica está conformada por un conjunto de estrategias de carácter psicoterapéutico que se emplean con los siguientes fines:

-        Tratamiento de la disfunción eréctil de carácter psicógeno.
-        Optimización del tratamiento con fármacos en la disfunción eréctil de origen orgánico.
-        Rehabilitación de la respuesta sexual en los casos donde el tratamiento farmacológico no surte efecto.
-        Adaptación y optimización de la respuesta en enfermedades crónicas que imposibilitan la erección.

Las técnicas más usualmente empleadas para el tratamiento de la disfunción eréctil son:

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Lo cierto es que estos problemas, que bloquean la vida de las personas e inciden en una mala relación de pareja o en su ruptura, durante años, pueden solucionarse en meses con una terapia sexual adecuada.




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