La separación del binomio
reproducción-placer conseguido en los años 50 ha permitido una reivindicación
progresiva por parte de la mujer de su necesidad de ser satisfecha,
constituyendo uno de los motivos que han dado lugar al fenómeno de la
"ansiedad de ejecución, que junto con otros hábitos tóxicos (tabaco,
alcohol, drogas, vida sedentaria, etc.) facilitan la aparición de disfunción
eréctil. Cuando los factores psicológicos forman parte importante del problema,
la terapia sexual de pareja combinada con inhibidores de la fosfodiesterasa cinco constituye la
estrategia terapéutica de elección.
En este contexto el
hombre, que en otros momentos históricos sólo estaba preocupado por su
satisfacción, asumió la responsabilidad del placer femenino naciendo de esta
manera la "ansiedad de ejecución" fenómeno que influye de manera
notable en la repuesta eréctil.
Esta ansiedad es
desencadenada por lo que Abraham y Porto denominaron factores generadores de
ansiedad, a saber:
1.
Temor
al fracaso (sensación de miedo a no responder de forma adecuada ante la
pareja).
2.
Obligación
de resultados (necesidad de una respuesta eréctil muy consistente, duradera y
de recuperación rápida).
3.
Altruismo
excesivo (estar más pendiente de la satisfacción de la pareja, perdiendo
concentración en el erotismo propio).
4.
Autoobservación,
consistente en estar observando el pene para ver cómo responde, lo cual había
sido denominado previamente "rol de espectador" .El habitual esquema
de comunicación de los hombres es distinto al de las mujeres (9). Los primeros,
cuando tienen algún problema suelen omitirlo hasta que no encuentran una
solución. Además, el varón por lo general no sólo no habla del asunto para
aclarar la situación, sino que huye, se centra más en el trabajo, amigos o
actividades deportivas, intentando estar el menor tiempo posible a solas en
compañía de su pareja.
Otro factor muy
común, que agrava el ambiente de incomunicación y el descontento de la pareja,
se debe a la poca consideración del paciente con disfunción eréctil, que en el
momento que obtiene una erección casual, rápidamente intenta penetrar sin tan
siquiera estimular a la pareja por temor a perder la firmeza en el proceso.
También es corriente despertar a la mujer de madrugada porque se ha notado el
pene erecto y aprovechar la ocasión. Estas conductas no son interpretadas por
la mujer como prisa por conseguir penetrar y poder satisfacerla, sino como una
prueba de egoísmo.
Ante esta situación
las mujeres u hombres se hacen las siguientes preguntas:
- ¿Es por mi culpa?
- ¿Soy poco atractiva y por eso no se excita?
- ¿Habrá otra persona?
- ¿Habré estado demasiado centrada en los hijos o en el trabajo?
Todas esas dudas
van generando un alto nivel de frustración en la mujer y cuestionándole su
relación de pareja, creando en el hombre una alta demanda de ejecución.
Según Barlow, la
demanda de relaciones por parte de la pareja de la persona con disfunción
eréctil, hace que el individuo reaccione muy negativamente. Siguiendo a este
autor el proceso sería el siguiente: la demanda de ejecución por parte de la
pareja, provoca que el individuo genere unas actitudes negativas hacia la
relación con percepción de falta de control. El sujeto estaría concentrado en
las consecuencias de su imposibilidad para penetrar, lo que aumentaría su
ansiedad, conllevando una pérdida o ausencia de erección y por tanto tendencia
a la evitación sexual. Por el contrario, quienes disfrutan experiencias
sexuales positivas, ante la demanda de relaciones sexuales por parte de la
pareja, cabe esperar que tengan expectativas de correcta erección, por tanto
una predisposición positiva, la atención centrada en las sensaciones eróticas,
una respuesta adecuada y, como consecuencia, tendencia al acercamiento.
Fuente: Disfunción eréctil. F. Cabello
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